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Una ciudad es educadora cuando reconoce, ejercita e implementa además de sus tareas tradicionales, una función orientada a la formación, promoción y desarrollo de todos sus habitantes. Cuando asume la intencionalidad política de dotar a sus actuaciones de mayores contenidos educativos, haciendo que su territorio sea el espacio de múltiples escenarios de aprendizaje social compartido.

Nuestra meta es establecer una red de cooperación entre la ciudadanía victorense, impulsando proyectos educativos formales y no formales, orientados al desarrollo integral de todos los ciudadanos, para fomentar el sentido de pertenencia, respeto e identidad. Acciones gestionadas principalmente por la Secretaría de Educación de Tamaulipas, el Ayuntamiento de Victoria y organizaciones de la sociedad civil, en concordancia a lo estipulado en la Carta de Ciudades Educadoras.

viernes, 26 de febrero de 2010

Agentes educadores citadinos: el corrido norteño.


El corrido es una forma musical y literaria popular del área cultural mestiza mexicana. Derivado a lo largo del siglo XVIII del Romance, entre otras formas populares traídas de Europa. Hay corridos con temas amorosos, crónicas de sucesos naturales, y desde luego relatos de hechos históricos: son cantados por el pueblo en las verbenas, fiestas familiares y sin darnos cuenta aprendemos de ellos, las prácticas sociales más arraigadas, las costumbres y los estilos de habla populares. Describen en sus letras historias donde el mito y la realidad se mezclan; es la otra versión de la historia oficial, donde con singular picardía describen personajes y hechos que trascienden más allá de la época. El adjetivo de norteño, es porque en esta región del norte y noreste de México, se desarrolló un estilo peculiar: los corridos describen hechos donde la violencia generada por el tráfico de drogas, forja personajes y eventos míticos, la letra y música de estos corridos trasciende la cultura oficial y los límites morales de la sociedad, enalteciendo en ocasiones la vida de estos singulares personajes fuera de la ley pero dentro del folklore. Se escuchan en la calle, incluso en las estaciones de radio locales, permean y difunden los diferentes ámbitos de convivencia. Los aprendemos y cantamos a fuerza de escucharlos, sin poner atención a su letra, sólo a la sonoridad producida por el acordeón, la guitarra y el clarinete, incluso se bailan y se disfrutan. Estos agentes educativos citadinos, surgidos de la espontaneidad e informalidad tienen connotaciones sin paralelo en la formación de nuestra identidad, porque a fuerza de escucharlos, nos vinculan a una realidad donde la violencia y la muerte es cotidiana:


Salieron de madrugada
se oía el canto de los
gallos iban hacer dos jornadas
al lomo de sus caballos
la fiesta se celebraba
en el rancho del Pitayo.

Su padre les dio un consejo
cuando a partir se aprestaban
cuiden muy bien el pellejo
por que la vida se acaba
en las palabras del viejo
los tres hermanos pensaban.

Pedro le dice a Fabián
dale un trago a José Luis
que beba de ese mezcal
pa que se sienta feliz
que a horita nomás al llegar
nos vamos a divertir.

Cuando arribaron al baile
a bailar se dirigieron
la muerte andaba en el aire
ellos no la presintieron
como les dijo su padre
cuando del rancho salieron.

Eran muchos los rivales
viejos rencores surgieron
rondando tras los jacales
abrieron todos el fuego
así matan los cobardes
cuando los acosa el miedo.

Un viejito solitario
sin esperanza ninguna
cuida el rancho y tres caballos
como toda su fortuna
va al panteón de vez en cuando
a visitar las tres tumbas.

Estas letras, esta música estremece, acongoja, pero también y en ocasiones hace reflexionar sobre esta fuerza educativa que como marejada cultural, atraviesa los barrios, calles y hogares de la ciudad. Esta fuerza no tiene más limitantes que la reflexión de sus letras, como expresión popular de la historia de la región.